La sauna sueca, también llamada sauna finlandesa o sauna de calor seco, tiene su origen en Suecia, donde se hizo popular y se difundió más tarde por todo el mundo por sus múltiples beneficios.

La sauna clásica sueca en una estructura de madera cerrada en forma de caseta en cuyo interior se encuentran unos asientos situados a diferentes alturas, de tal forma que en los de mas arriba la temperatura es mayor con respecto a los niveles inferiores.

La fuente de calor se encuentra en el interior de la sauna. Unas piedras que a su vez son calentadas por un radiador, emiten una temperatura que normalmente oscila entre los 60 y 90 grados centígrados. Según la necesidad se vierte agua sobre las piedras para dar cierta humedad a la sauna y así el calor no queme. La humedad ideal aproximada es del 30 %.

Se recomienda alternar las tomas con ducha o baño de agua fría para favorecer el proceso de contracción y relajación aumentando así sus beneficios. Es necesario también beber agua si fuese necesario.

Al ser la temperatura tan elevada hay que acostumbrar al organismo a esta. Por ello se recomienda hacer varias tomas de una duración que el cuerpo pueda tolerar. Con el tiempo y con la frecuencia se podrán aumentar los tiempos de exposición.

 

BENEFICIOS E INDICACIONES

Los efectos de la sauna sueca se hacen notar al momento.  Las tomas realizadas con regularidad, dos a tres veces por semana, están indicadas para tratamientos de patologías concretas y para el beneficio sistémico general.

La sauna, se usa también en el ambiente deportivo para la recuperación muscular de los atletas tras la sesión de entrenamiento. Este es un medio excelente para favorecer la recuperación funcional y muscular. Ejerce un efecto positivo sobre el sistema locomotor relajando las tensiones musculares, tendinosas y ligamentosas, dando también cierta amplitud a las articulaciones.

De gran efecto analgésico, ayuda también a recuperar neuralgias, bursitis, espasmos musculares, rigidez articular, dolor artrítico y en definitiva dolencias osteo-musculares. Muy indicada para patologías de frio como la artrosis o reuma.

Elimina toxinas y ácido láctico así como metales pesados tales el plomo, mercurio, zinc, níquel, etc. También elimina el alcohol, nicotina, sodio, ácido sulfúrico y combate el colesterol.

Durante la toma se liberan endorfinas, que ayuda a combatir el cansancio, el insomnio y el estrés. Su efecto sedante sobre el sistema nervioso favorece  la relajación eliminando tensiones psicoemocionales.

Mejora la función cardiovascular. Al dilatar los vasos capilares obliga al corazón a bombear con más fuerza para mantener la presión sanguínea.  Reactiva la circulación periférica.

Aumenta las defensas, regula el sistema hormonal, ayuda a eliminar virus y bacterias.

Aunque en la sauna no se pierde grasa si puede utilizarse como complemento para remodelar la celulitis y los acúmulos adiposos. Con este fin es conveniente complementar la toma de la sauna con masajes anticelulíticos u otros tratamientos complementarios.

 

CONTRAINDICACIONES

Dado que la sauna favorece la dilatación de los vasos sanguíneos, no se aconseja su práctica en personas que sufren hipertensión o hipotensión, insuficiencia venosa (varices) o hayan padecido un ictus,  tengan problemas cardíacos o padezcan enfermedades cardiovasculares.

La sauna sueca al ser relativamente seca no es recomendable para los pacientes asmáticos o con afecciones pulmonares. Aunque si está especialmente indicado para estos casos el baño de vapor (baño turco).

No deben tomar la sauna las personas que se encuentren en estado febril o debilidad general. Un exceso de tiempo en la sauna puede producir cansancio general y adormecimiento.

Es mejor consultar previamente a su médico en caso de ser mujer embarazada o de padecer insuficiencia renal.

Durante la menstruación puede ocasionar aumento del sangrado.