Los baños de sol son conocidos y practicados desde hace miles de años como una manera natural de recuperar, regenerar y vitalizar el cuerpo. Terapeuticamente el baño de sol es conocido como Helioterapia. La luz del sol es un alimento para nuestro cuerpo activando y regulando la función fisiológica y los diferentes sistemas. Para que los beneficios se afiancen, se requieren realizar tomas de sol con regularidad y seguir otras pautas de vida saludables.

Los principales beneficios de los baños de sol podrían enumerarse en:

  • Aumenta la energía y el vigor, mejorando de forma general el estado de salud
  • Activa y regulariza las funciones orgánicas
  • Fortalece y regula el sistema inmunitario
  • Previene la aparición de enfermedades orgánicas.
  • Favorece la asimilación de alimentos
  • Ayuda a combatir bacterias, virus y hongos de la piel.
  • Elimina toxinas del organismo
  • Aumenta el ánimo y es ideal para tratamiento de la depresión
  • Sirve como complemento para el tratamiento de muchas patologías de origen respiratorio.
  • Disminuye el dolor
  • Favorece la recuperación articular
  • Fortalece el sistemas oseo
  • Aumenta el lívido

 

Indicaciones
La frecuencia, duración y hora del día del baño de sol dependerá de la estación, la climatología, la altura respecto al nivel mar y la latitud donde nos encontremos.  Así como también estará determinado por el estado de salud de la persona, sensibilidad de la piel y edad. Se debe asegurar una exposición progresiva al sol para que así los beneficios sean asimilables y no haya ninguna efecto contraproducente. Un exceso de exposición puede provocar quemaduras en la piel y agotamiento y cansancio corporal. El tiempo de exposición puede oscilar entre 5 a 10 minutos al día, aumentando 5 o 10 minutos cada día, hasta poder llegar a una o varias horas. Cuando el sujeto está acostumbrado y se encuentra bien pigmentado, la piel gozará de mayor protección ante el sol. Aunque esto no quiere decir que deje uno de seguir las precauciones.

Los baños de sol se pueden tomar durante todo el año.  Es ideal a temperaturas entre 15 y 35 grados y en franjas determinadas del día (entre las 8 y las 11 de la mañana y las 6 a las 9 de la tarde en verano). Es importante recordar que el baño de sol no debe provocar sudoración y debe producir una sensación de calma y tranquilidad.

Se suelen alternar con baños de agua, sobre todo para calmar el calor,  En verano, en las horas de mas calor, hay que tener precaución con estos baños alternos debido al gran contraste entre la temperatura exterior y la del agua, esto puede ocasionar un agotamiento de la fuerza y del metabolismo. Por ello, a altas temperaturas, los baños de agua no deberían superar los 5 minutos.

Los baños de sol, se deberán realizar, con la mayor parte del cuerpo posible al descubierto. Aunque en muchos casos es preferible, sobre todo al principio o a altas temperaturas, mantener la cabeza a la sombra o incluso también cubierta. En los días de verano, en casos de pieles muy sensibles o con determinadas patologías, se deberá recurrir primeramente a sesiones de baños de luz (baños de sol a la sombra). La luz reflejada es igual de importante para la nutrición corporal, así la única diferencia entre los baños de sol y de luz es la intensidad de esta. 

Hay que tener en cuenta que los baños de sol no se deben hacer nunca a través de cristales de las ventanas, pues estas amplifican determinadas ondas y repelen otras, reduciendo sus beneficios y produciendo efectos dañinos.

El baño de sol se ha de suspender en cuanto se note picor, escozor o enrojecimiento de la piel. En tal caso aplicar aceite de coco puro sobre el cuerpo una vez al día. Una vez aplicado el aceite de coco no exponerse al sol en ese día. También se deberá suspender el baño de sol si se siente frescor, cuando la temperatura ambiente no es muy alta. En este caso lo conveniente es realizar un poco de ejercicio moderado o abrigarse.