El entrenamiento es un trabajo de voluntad y autoconocimiento corporal, un proceso continuo de atención en el que se va ganando seguridad y confianza. El principal motor de la motivación no solo pasa por el deseo competitivo sino, por una autosuperación basada en vencer los propios limites y miedos.
El afán de superación constante nunca debería estar reñido con la perdida de salud. No olvidemos que el deporte es salud, y este es un medio por el cual trabajamos sobre ella y por ende nos debe aportar sensaciones y emociones placenteras. A menudo los deportistas caen en el estrés de la competición y del sobreentrenamiento. Tengamos en cuenta que una de las causas mas frecuentes de lesión es la sobrepreocupación por las marcas sin atender a los limites físicos. Por ello se hace necesario marcar unos objetivos reales acordes con el momento deportivo por el que se pasa y ajustarlos a una meta concreta.
Es aconsejable alternar los entrenamientos durante la semana o durante un momento de la temporada, con un grupo de personas que tengan un nivel físico semejante. Las personas que integran el grupo de entrenamiento nos ayudaran a mantener la motivación, a compartir el esfuerzo y los momentos de flaqueza.
En el entrenamiento se recomienda trabajar sobre las debilidades, mejorar la ejecución de la técnica y la actitud con la que se afronta cada reto. Seguir estos pasos nos daría un perfil de deportista más equilibrado. No se trata solo de hacer más kilómetros o de entrenar más horas sino de dar una mayor importancia a aumentar la calidad del entrenamiento. Conseguiremos más rendimiento en la actividad sin tanto gasto de energía y quizás sin la necesidad de tener que entrenar tantas horas. Esta determinación nos puede ayudar a perdurar y no abandonar la rutina de entrenamiento.